La isla de Annobón, también conocida como Pagalú, es una pequeña isla volcánica ubicada en el golfo de Guinea, en el océano Atlántico sur. Forma parte del territorio de Guinea Ecuatorial, aunque se encuentra a más de 600 kilómetros del continente africano, lo que ha contribuido a forjar una identidad insular diferenciada y muy marcada. Con una superficie de apenas 17 kilómetros cuadrados, es el territorio más aislado del país y alberga una población estimada en 5,300 habitantes, concentrados en las localidades de San Antonio de Palé (la capital) y Mabana. Los annoboneses quieren emanciparse y buscan convertirse en un Estado autónomo. En la actualidad, se estima que más 20 mil viven exiliados en diferentes países, sobre todo en España.

Descubierta por navegantes portugueses el 1 de enero de 1473, la isla fue bautizada como "Ano Bom", que significa “Buen Año” en portugués. Durante siglos estuvo habitada por esclavos africanos traídos desde Angola, y a finales del siglo XVIII pasó al dominio español como parte del Tratado de El Pardo. Sin embargo, la resistencia de sus habitantes a las autoridades coloniales ha sido una constante en su historia.

El idioma más hablado es el fa d’Ambô, un criollo de base portuguesa que ha perdurado como lengua materna y cultural, mientras que el español —aunque oficial— tiene un uso más administrativo y limitado. La población profesa mayoritariamente la fe católica, combinada con prácticas religiosas tradicionales.

La cultura de Annobón tiene raíces afrolusófonas, con vínculos evidentes con las islas de São Tomé y Príncipe y Cabo Verde, tanto en las costumbres como en la música, la danza y la organización social. En términos económicos, la isla depende casi por completo de la pesca artesanal, la silvicultura y un incipiente turismo. Existen infraestructuras básicas como un aeropuerto, un puerto menor y un hotel, aunque el acceso a servicios esenciales como energía eléctrica, agua potable, atención médica y transporte regular sigue siendo muy limitado.

En términos ecológicos, Annobón es un enclave de alto valor biológico, con varias especies endémicas de flora y fauna. Sin embargo, la isla ha sido denunciada en el pasado como un lugar utilizado para el vertido de residuos tóxicos y nucleares, una situación que ha generado alarma entre organizaciones ambientales y defensores de los derechos humanos.

En 2022 surgió un movimiento separatista que proclamó simbólicamente la “República de Annobón”, que refleja el descontento de la población ante la marginación y el aislamiento. Naciones Unidas no Representantes ofrece apoyo y reivindica la historia única y el derecho de los annoboneses a decidir sobre su futuro.